Tras muchos años en los que se le acusaba de ser el principal inductor de Brian Wilson en las drogas alucinógenas, su otrora amigo Lorren Daro se ha decidido por fin a contar su parte de la historia, que os dejamos a continuación.
Soy la persona que le dio LSD a Brian Wilson a principios de los años sesenta. He sido demonizado por eso estos últimos cincuenta años. Por eso me gustaría aclarar de una vez por todas este episodio. Había sido amigo íntimo de Brian durante tres años cuando él acudió a mí y me rogó literalmente que le diera LSD. Al principio, con sentido común, me negué. Dos años antes, Brian ya había acudido a mí pidiéndome marihuana. También me negué entonces. Durante esa época, Brian pasaba gran parte del día en mi casa o yo en la suya, y fui testigo de varias de sus sesiones de grabación.
Algunas noches a la semana, celebraba en mi casa lo que podríamos llamar un ‘salón’ –al estilo de lo que hacía Gertrude Sten en París en los años 20. Varios jóvenes artistas, celebridades y músicos de esa época habían acudido a mis fiestas. Casi todo el mundo fumaba marihuana excepto Brian. No se lo permitía. Un año después, finalmente cedí y le pasé su primer porro. Le encantaron los efectos y sentía que su creatividad había sido aumentada por la droga. No vi efectos secundarios en él que se pudieran detectar. Se sentía agradecido conmigo por haberle abierto esta ventana en su mundo y continuó componiendo hits, uno tras otro. Era una persona estable, sana y motivada.
Al cabo de un tiempo, los primos de Brian se mudaron desde Chicago a Los Angeles para vivir con él. Con ellos vino también un amigo llamado Terry Satchen. Terry pronto se hizo colega de Brian y empezó a pasarle otras drogas, además de marihuana, hashish y otras substancias. Fui testigo de todo esto y le pedí a Brian que se alejara de él. Al cabo de no demasiado tiempo, Brian me dijo que si no le pasaba LSD, lo conseguiría de Terry. Sabía lo potencialmente peligroso del asunto, así que cedí y le di el LSD. Yo mismo había tenido bastantes viajes con ácido y conocía las reglas: conviértete en un guía atento y compasivo; no tomes la droga con él al mismo tiempo; permanece callado y protégele del entorno y de sí mismo. Le conté exhaustivamente a Brian todos los riesgos a los que se exponía. Su primera experiencia con el LSD fue placentera, profunda y emotiva, y luego me agradeció lo que había hecho por él.
Esta fue la primera y única vez que le di LSD a Brian Wilson. Y para que quede constancia, era la mejor y más pura dosis que pude conseguir, 125mcg de genuina Owsley. Esto sucedió en 1964. El LSD no se declaró una sustancia ilegal hasta 1966.
Al cabo de meses, Brian se retiró de las giras con los Beach Boys para quedarse en casa a componer y producir sus discos. Era algo que él siempre había querido hacer. El padre de Brian, una persona inestable y celoso de su éxito, así como los demás Beach Boys y, especialmente, el irónicamente apodado Mike Love, estaban en contra de su decisión. Siempre había sido intimidado por estas personas, y su única manera de conseguir que le dejaran en paz fue inventarse una enfermedad mental –se escondía en su cuarto con una almohada sobre la cabeza, se comportaba de forma inestable y érrática, etc. Brian me confesó varias veces que esto era sólo una actuación para evitar tener que salir de gira con ellos.
Brian fingió este papel durante tanto tiempo delante de toda esta gente (a excepción de mí y unos cuantos amigos cercanos), que eventualmente su condición se volvió patológica. El declive mental y físico de Brian se aceleró con las excesivas ingestas de comida, tabaco, cocaína, speed, antidepresivos, LSD y otras sustancias que le fueron suministradas por Terry Satchen y otros, según Brian me contó. Ese psiquiatra de pacotilla, Dr. Eugene Landy, lo empeoró todo al prescribirle a Brian nuevas drogas y lavarle el cerebro a diario con sus dudosos métodos. En nada ayudó la actitud de su estúpida y bovina esposa, Marilyn, una mujer con la que se casó sólamente porque éste había sido rechazado por su hermana, Diane, su auténtico amor.
Todos esos cínicos que siempre revoloteaban alrededor de Brian atribuían a ese primer viaje en LSD la razón por la que Brian se apartó de las giras y se recluyó en sí mismo, ignorando el auténtico motivo de Brian, que no era otro que su anhelo de quedarse en casa con su mujer, sus perros, su piano, su jukebox, su estudio y su piscina, lo que él realmente disfrutaba. Brian odiaba ir de gira, realmente lo detestaba. En el vuelo de su último tour, Brian tuvo un ataque de pánico que está bien documentado. Él luego me confesó que sólo fue otra actuación de teatro para lograr que le dejaran quedarse en casa.
Yo, por defecto, me convertí en el villano de este drama. Era el ‘hipster de Hollywood’ que había arruinado la vida de Brian Wilson. Pero nada estaba más lejos de la verdad. Los amigos íntimos de Brian, como David Anderle, Tony Asher, que entonces era mi mejor amigo, o Van Dyke Parks (yo presenté a Tony y Van Dyke a Brian), todos estaban de acuerdo en que yo no le había causado ningún daño a Brian y, teniendo en cuenta la amenaza en su vida que era Terry Satchen, le había protegido admirablemente. Todo lo que puedo decir en mi defensa es que las mejores obras de Brian Wilson tuvieron lugar en los siguientes dos años: “Pet sounds”, “Good vibrations” (escrita sobre mi mujer, Lynda), y “Smile”, entre otras. “I just wasn’t made for these times”, por ejemplo, iba sobre mí. Mike Love odiaba todo este nuevo y moderno repertorio, y atacaba a Brian sin piedad por ello; durante años, Mike tenía contratado a un equipo de abogados para ‘molestar’ a Brian. Según él, “Good vibrations” sólo era una mierda avant-garde. Haceros esta pregunta: ¿Cómo soportaríais años y años en la carretera con este detestable ser?
Tened en cuenta que hasta el día de hoy, Brian sigue siendo un personaje humilde e inseguro que se ve obligado a complacer a los demás. Siempre ha evitado la confrontación a toda costa, de cualquier tipo. Era una persona vulnerable incapaz de enfrentarse a villanos del poder de Mike Love o su padre –sin mencionar a su esposa Marilyn y toda esa cohorte de avariciosos ejecutivos de la industria musical. Huir de todo ello y refugiarse en una enfermedad mental es todo lo que podía hacer. Estuvo toda su vida limitado por mediocres sin escrúpulos. Yo quería y sigo queriendo a Brian. Traté de ser el mejor amigo que podía ser para él. Nunca cogí nada de él, aunque me ofreció muchas cosas muchas veces –incluida la presidencia de su sello, Brother Records, petición que rechazé con sentido común. El puesto le fue ofrecido posteriormente a David Anderle, quien aceptó.
Brian siempre negó públicamente la influencia positiva que tuve en su vida, fingiendo su papel. Pero a mí personalmente nunca me lo negó, ni tampoco a sus verdaderos amigos. Debido al odio que me profesaba su círculo inmediato y la incapacidad de Brian para enfrentarse a esos de los que dependía, era incapaz de hablar positivamente en público de las maravillosas experiencias que compartimos. Citando a Tony Asher, quien compuso junto a Brian “Pet Sounds”, “Brian es un genio musical, pero un ser humano amateur”. Tengo setenta y cinco años. He arrastrado esta mala reputación durante demasiado tiempo. Nunca me he sentido culpable de mi decisión de darle a Brian lo que quería o pensaba que necesitaba. Entendía su situación perfectamente. Teniendo en cuenta las alternativas, hice lo que era correcto para Brian. Y, por favor, tened en cuenta que hacen falta dos mentes para ponerse de acuerdo en una acción mutua. Brian es tan responsable por sus decisiones como lo soy yo por las mías. Y, tened en cuenta también, ¡Vosotros no estabais allí!”.
Doy permiso para comentar o compartir esta carta en cualquier sitio web y estaré complacido de responder a quien quiera que participe de una discusión civilizada e inteligente sobre este asunto. Pero si alguien quiere demonizarme todavía más, que se ahorre la energía. Ya estoy viejo para eso.
Lorren Daro (conocido anteriormente como Loren Darro Schwartz), lorrendaro@gmail.com
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