Vaya por adelantado que un servidor se declara seguidor de los mutantes desde hace ya varios años, cuando tuve el primer acercamiento a su música de manera casual, al escuchar durante un viaje a Granada en una radio local el single Capitán Cobarde. Desde entonces, cada nueva publicación del grupo granadino se convierte en una mezcla de inquietud y emoción a medida que se acerca la fecha marcada en el calendario con meses de antelación.
En esta ocasión, las expectativas tras el genial Las noches de Insomnio (2010) eran altísimas y el adelanto presentado justo a principios de año, Naufragos, hacían presagiar que nos encontrábamos ante, de nuevo, un gran disco. Las noticias que nos llegaban por parte del grupo eran las de una grabación con los mismos componentes, métodos de grabación, misma producción y en la misma situación (Alpujarras )que su anterior disco..Sin embargo, este séptimo disco de su carrera (octavo si incluimos el Grandes Éxitos de Otros) se convierte en una pequeña decepción a medida que pasan las escuchas, y sobre todo, a medida que las primeras canciones del disco son escuchadas con mayor frecuencia y se echan de menos las guitarras distorsionadas de anteriores trabajos.
Son las cuatro primeras canciones del disco, editado por Ernie Producciones con un maquetado maravilloso, aquellas canciones con un ADN más mutante, las que sustentan el mayor peso del disco. «La puerta» sirve como carta de presentación y rememora a temas como «Las horas perdidas» o «El campesino», destacando la voz de Juan Alberto y el acompañamiento de guitarra acústica. «Hundir la flota» incorpora ritmos mas bailables, además de servir para observar la primera presencia de coros y guitarras eléctricas, lo que hace que inmediatamente nos acordemos de temazos como «Errante» de su anterior disco. La tercera canción del disco, «El miedo», podría ser perfectamente la continuación de un hit como La voz, con unos medios ritmos apoyados en una trompeta magnifica que atrapan al oyente, mientras que con el single de presentación Náufragos nos encontramos ante esa canción emblema del grupo, fácil de reconocer y que inmediatamente relacionaríamos con temas como Oso Polar o la ya referida Capitán Cobarde. En el grupo de canciones estimulantes acaba con los cortes 6 y 7, «Caerán los bancos» y «Empezar de cero». La primera de ellas, retoma las mejores esencias de sus primeros discos, mientras que en la segunda podría convertirse en el segundo single del disco gracias al magnifico sintetizador que sirve de base a la canción y a un estribillo sobresaliente.
A partir de aquí, y como si el grupo se hubiese olvidado de su vena mas alegre, el disco decae en ritmo y ambiente hacia canciones de compases lentos, y en algunos casos, soporíferos. «El Infierno», «Querer sin querer», «Dame tu mano» o «Volverás» ofrecen mínimas dosis de esas guitarras con sello mutante a las que nos tenían acostumbrados, acompañadas de una batería marcada y que sin embargo no terminan de emocionar. «El pozo», de la que ya tuvimos una versión-preview mucho más acertada en el EP Animales, y la electrónica «Muerte de un ampli» cierran un disco que se queda en un bien alto debido a una segunda parte del mismo mas que decepcionante. Niños Mutantes nos habían mal acostumbrado a la hora de entregarnos discos casi redondos, así que les perdonamos este mini desliz a la espera de la gira de presentación de este trabajo, ya que sin en algún sitio no fallan los granadinos es sobre el escenario.
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