Con el otoño recién estrenado, y como si de un regalo en forma de BSO adecuada al momento se tratase, los islandeses Sigur Rós actuaban en Barcelona como primer gran concierto de una temporada otoñal que se presenta apasionante. Seis años después de su última visita a la ciudad condal desde el ya lejano Primavera Sound 2016, la banda liderada por Jonsi se presenta sin un disco nuevo bajo el brazo (aunque con la promesa de uno próximo en creación), pero con múltiples novedades en escena entre las que destaca la ausencia del batería Orri Páll Dýrason tras su expulsión del grupo por las acusaciones de abusos sexuales contra su persona.
Jonsi de Sigur Rós, Lowlands 2016 – Foto realizada por Víctor Ramos Santafé para Indieofilo©
Ante un Sant Jordi Club casi lleno, la banda islandesa arrancó su concierto con los tres primeros temas de su disco () (2002). "Vaka", "Fyrsta" y "Samskeyti" fueron una perfecta toma de contacto con los paisajes y melodías que los nórdicos proponían, respetados para nuestra sorpresa por un silencio sepulcral que solo se rompía por los aplausos finales de cada tema. También es cierto que esta primera toma de contacto sirvió para confirmar nuestros peores presagios; El Sant Jordi Club no es la mejor sala de la ciudad condal para disfrutar del preciosismo musical de Sigur Rós, que, si bien sonaron tan perfectos como siempre, por momentos se percibía una sensación de vacío atenuado que rebajaba la épica habitual de los temas de la banda.
Sigur Rós, Lowlands 2016 – Foto realizada por Víctor Ramos Santafé para Indieofilo©
A partir de aquí, el trio "Svefn-G-Englar", "Rafmagnið búið" y "Ný batterí" elevó poco a poco el ritmo del concierto. En la primera Jonsi demostró una riqueza vocal impecable, llegando incluso a cantar a través de las pastillas de su guitarra, mientras que en la segunda la banda se lució con una amalgama de sonidos oscuros e incomodos que poco a poco te iban atrapando bajo una sensación de angustia persistente. La luz llegaría literalmente con "Ný batterí", ya que más allá de las pantallas trasera, fue de los pocos temas del primer bloque en el que haces de luz sobrevolaron el escenario perfectamente sincronizados con unos sintetizadores limpios y cristalinos que parecían surgir cual arcoíris tras la tormenta sonora anterior.
A partir de aquí, el ritmo del show bajó exponencialmente con una "Gold 2" en la que sobraron demasiados instantes de silencio, mientras "Fljótavík" sirvió para el lucimiento de Jonsi desde los teclados. La versión reducida de "Dauðalagið" no consiguió ser tan épica como en su versión grabada y para finalizar "Smáskifa" no llegó conectar con un público que quizás esperaba ritmos más contundentes y acelerados tras cerca de 75 minutos de conciertos. Menos mal que los islandeses tienen repertorio para dar y aburrir, así que tras la pausa dejaron bien claro desde el principio que la segunda parte del show iba a ir por derroteros muy diferentes.
El post-rock se postuló como estilo dominante tras el intermedio de buenas a primeras, con una "Glósóli" increíble desde el crescendo de ritmos, "E-Bow" potente y ruidosa con la batería como clara protagonista y "Sæglópur" majestuosa desde los juegos sonoros entre teclados y xilófonos, para acabar en una bacanal de ruido controlado que hizo las delicias de un público que ahora si disfrutaba a lo grande. "Gong" y "Advari" rebajaron de nuevo el ritmo de un concierto que iba a velocidad de crucero, suponiendo un pequeño jarro de agua fría. Menos mal que Jonsi y los suyos tiraron de éxitos para reconducir el show. Primero con la archiconocida "Festival", en la que pese al éxito general con estribillo coreado al unísono por el público eché en falta esa intro más larga que hay en el disco y hace que la catarsis final todavía sea más espectacular, y después con la espectacular "Kveikur", sin lugar a dudas el mejor tema de la noche con una oscuridad y profundidad sonora marca de la casa que lució impecable gracias a un sonido desde bajos y batería inmejorable. Aún habría tiempo para que Georg Hólm se uniese a las voces con una guitarra en "Popplagið", perfecto cierre para un show que mostró las dos dualidades de una banda majestuosa, con uno de los mejores directos del panorama internacional, capaz de interpretar casi en su totalidad esa maravilla preciosista que es () y a su vez contentar a aquellos que quieren ruido… ¡¡Larga vida a Sigur Rós y sus directos!!
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