Tras 15 años sin poder verlos en sala por la ciudad condal, Pixies conseguía llenar un Sant Jordi Club que se quedaba pequeño ante el ataque de nostalgia y revival de un público que rondaba los 40 de media y al que poco parecía importarle que el motivo de esta gira sea la presentación de su nuevo disco, Head Carrier, presentado hace unos meses y en el que por fin Paz Lenchantin ejerce como miembro de pleno derecho de la banda, sustituyendo a Kim Deal. Con una escenografía sobria en la que apenas destacaban un par de juegos de luces, la banda de Boston salió al escenario bajo los acordes de su versión de "Cecilia Ann" de The Surftones, sin una sola palabra de presentación (en lo que iba a ser la tónica del concierto), para posteriormente dejar claro que la noche iba a ser un amplio recorrido por su discografia mas exitosa, aquella que en apenas 3 años (87 al 89) les llevó al estrellato. "Nimrod's Son", "Mr. Grieves" y la icónica "Where Is My Mind?" casi encadenadas, pusieron el Sant Jordi Club patas arriba en los instantes iniciales, a las que se sumó una épica "Vamos" en la que pudimos ver al Joey Santiago más desatado de todo el show disfrutando entre acoples y distorsiones.
Un pequeño impasse algo más relajado donde sonaron su ya clásica versión del "Winterlong" de Neil Young y una descafeinada "Wave of Mutilation", dio paso a la locura que llegó de nuevo con la eterna "Here Comes Your Man", coreada al unísono por un público que también saltaría con "La La Love You", la única de todo el concierto en la que el batería David Lovering tuvo el protagonismo en el aspecto vocal. Tras otro ejercicio de rock con mayúsculas en "Bone Machine", ya con Frank Black a la guitarra eléctrica, llegaría de nuevo un pequeño bajón con la presencia mayoritaria de algunos temas de su último disco, pero el trío "Cackity Jones" – "Isla de Encanta" – "Caribou" se encargó de caldear de nuevo el ambiente para lo que sería un final apoteósico.
Los tonos agudos de Black en "Gouge Away" dieron el pistoletazo de salida a lo que sería un monográfico casi perfecto del Doolittle. "Debaser", "Tame" y "Hey" consiguieron hacernos volver atrás más de 25 años, cuando aquello del Alternative rock no era solo una etiqueta y podías sentirlo como propio. Y justo en ese momento, cuando todo parecía ir a favor, cuando esperábamos "Monkey gone to heaven" o la selección de canciones del Bossanova con "Dig for fire" o "Velouria", la banda decidió que el concierto debía terminar, dejándonos con la sensación de un coitus interruptus.. De poco sirvieron los aplausos y reverencias al público, que sólo pudo disfrutar de "Into the White" en forma de único bis, y que dejó un pequeño regusto amargo pese a que el concierto fue notable en lo general, sustentado por esa interminable de grandes éxitos que la banda de Massachusetts tiene en su amplia trayectoria, y en la que destacó para bien la buena integración de Lenchantin en el sonido global del grupo.
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