Tras cerca de seis años sin tener noticias de los británicos Kula Shaker, este 2016 sorprendían con la publicación de K2.0, una reinterpretación 2 décadas después del álbum que les dio la fama. Con motivo de la presentación del disco, la sala Paradiso en Amsterdam les recibía 9 años después de su última actuación en la capital holandesa, y a tenor de la gran cantidad de público presente, la expectación era máxima. Resulta sorprendente como una banda que a mediados de los 90 se mantuvo en el mal llamado segundo escalón del movimiento brit (como Ocean Colour Scene, The Blue Tones o Marion), goza ahora de mayor reconocimiento por parte del público del que tuvieron en su época de mayor esplendor..
Con un retraso de cerca de 30 minutos sobre el horario previsto debido a unos problemas de sonido, la banda saltó al escenario envuelta en un asfixiante olor a incienso provocado por las típicas barritas de local "neo hippie" con las que pretendían crear el ambiente propicio para su propuesta.. Sin embargo, el arranque del concierto fue algo lento y con pequeños problemas de sincronización entre los miembros de banda, lo que evidenció todavía más los problemas vocales que Crispian Mills arrastraba y que le hicieron suspender el concierto el día anterior en Paris. Tendría que ser la cuarta canción del show, la enérgica "Grateful When You're Dead / Jerry Was There", la que diese el pistoletazo de salida real al concierto, creando un ambiente propicio para la concatenación de "Temple of Everlasting Light" con dos temas de la nueva revisión como "Infinite Sun" y "33 Crows", que sonaron bastante mejor en su propuesta en directo que en formato físico, probablemente debido a la mayor presencia del efecto wah wah en la guitarra principal.
De nuevo el tedio se apoderó de buena parte de la sala cuando algunos temas menores de su discografía sonaron, hasta que sorprendentemente las dos únicas canciones de su último trabajo Pilgrim's Progress aparecieron en el setlist, creando con su inmediatez y perfecta mezcla de guitarra y teclados un ambiente favorable que ya no desaparecería hasta el final del concierto. La vuelta a los orígenes, en este caso representada por el LP Peasants, Pigs and Astronauts y sus temas "Mystical Machine Gun" y "108 Battles (Of the Mind)" sirvió para el lucimiento personal de Crispian Mills a la guitarra, demostrando que en cuanto fusionan la psicodelia de Grateful Dead con sus influencias hindús es cuando más conectan con sus fans.
Buena muestra de ello serían los cinco últimos temas de su repertorio, con "Hash" desatando la locura como hit absoluto en la parte final del concierto, y con "Hey Dude" y "Great Hosannah" como perfectos preludios de la mesiánica "Govinda", donde el sonido como banda fue perfecto, destacando la sincronización entre el efecto slide de Mills a la guitarra y el órgano y teclados de Harry Broadbent. Así pues, concierto con dos claras partes diferenciadas, donde sorprendió la buena acogida de temas recientes pese a las críticas recibidas cuando los álbumes fueron lanzados y en el que el criticado inmovilismo de la banda se mostró como un factor favorable ante una legión de seguidores que añoran mejores tiempos, ya sea la del brit de los 90 o la psicodelia de los 70.
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