Con el Sónar celebrando sus bodas de plata entre envíos de mensajes a estrellas a 12.4 años luz o la expansión multidisciplinar por bandera, la jornada del jueves servía para reencontrarnos con aquello que ha sido la única y legítima bandera del festival en estos 25 años, la música. Nuestra entrada en el recinto coincidía, además de con un calor abrasador, con la presencia en el escenario Village de la eclíptica propuesta de los congoleños Kokoro!, que sorprendieron a propios y extraños con su percusión machacona y la mezcla de sonidos asincopados con voces guturales. Más allá de la sorpresa inicial, y de pensar el calor que debían de estar pasando en sus monos amarillos, la propuesta resultaba algo monótona, por lo que decidimos volver a disfrutar la instalación Despacio, propuesta comandada por James Murphy de LCD Soundsystem y 2manydjs que ya estuvo en el festival en 2014. Como si de un reencuentro con un viejo amigo se tratase, el circulo formado por las torres de amplificadores McIntosh volvió a ser un espacio libre en el que lo mismo sonaba afrobeat, que clásicos de los 80 o temas de electrónica actual, todos ellos en versiones con pitchs bastante bajos para la gozada de un público que no paraba de bailar. Ahora solo nos queda esperar a ver si se hace buena la dicha de «no hay dos sin tres» para poder volver a gozarlo en un futuro. PD: Mucho más finas las partes en las que los hermanos Dewaele se encargaban del asunto que las de James Murphy.. PD2: ¿Qué valor puede tener la colección de vinilos de la que fue saliendo toda la música a lo largo de cerca de 18 horas?
Visión general Sónar 2018 – Foto realizada por Víctor Ramos Santafé para Indieófilo©
Tras cerca de una hora de disfrute slowmo, daríamos un giro de 180º al ir a ver la nueva propuesta de Alfred Darlington, más conocido por su alter ego Daedelus. En un espectáculo sobresaturado de voces llenas de efectos y excesivas pistas rítmicas a la vez, el americano naufragó entre el caos y la confusión. Ni los pequeños guiños al acid o al house, o los samples con voces Prince conseguían hacer despegar un show bastante plano con bajos que saturaban por doquier. Todo lo contrario que el excelente show que Niño de Elche y el bailaor sevillano Israel Galván ofrecieron minutos después. ¿Es posible conseguir reproducir el sonido del vagón del silencio en el AVE? Pues entre coplas y arreglos electrónicos estos dos monstruos del escenario consiguieron eso y mucho más. Entre versos de Machado y coplas cantadas por Paco Contreras perfectamente sincronizadas con coreografías imposibles de Israel, el show fue pasando rápido y ameno para disfrute de un público mayoritariamente extranjero que se desvivió aplaudiendo al final.
Niño de Elche, Sónar 2018 – Foto realizada por Víctor Ramos Santafé para Indieófilo©
Para cerrar la tarde-noche de este profesor de horarios de mañana, George FitzGerald apareció en SónarVillage acompañado de diversos músicos al estilo de bandas como Bonobo o Son Lux. El británico llegaba al festival catalán para presentar su nuevo disco All That Must Be (2018), y acompañado por un batería y apariciones esporádicas de una cantante desplegó un house elegante en el que destacaron unas melodías sencillas pero perfectas para la hora de la noche en la que se celebraba el concierto. De todas maneras, cuando el momento más apreciado de todo tu show es un viejo tema como «Full Circle» (además instrumental sin acompañamientos de ningún tipo), quizás signifique que el concierto no fue tan redondo como parecía..
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