Un otoño más una nueva edición del London Calling festival llegaba a la sala Paradiso de Amsterdam para mostrar una equilibrada muestra de las nuevas tendencias de la escena indie internacional a la vez que nos permite disfrutar de bandas de prestigio como Spiritualized.
Nuestra primera toma de contacto llegaría en la sala pequeña con LA Priest, el proyecto en solitario del que fuera líder de los extintos The Late of the Pier. Ante un público nada favorable a su propuesta (solicitó en varias ocasiones colaboración en forma de aplausos o sonidos que poder incorporar a sus canciones), el australiano ofreció un show sustentado principalmente en guitarra y sintetizadores. Los mejores momentos de su actuación llegaron con el hit “Oino” y la concatenación de “Party Zute / Learning to Love”, ambas interpretadas con un toque funky muy bailable. El cambio de sala a la principal nos acercaría a una propuesta completamente diferente de la mano de sus compatriotas Holy Holy, basada en un estilo parecido al rock sureño americano de los 70. Su estilo calmado tuvo más éxito entre el público, pese a que a nuestro parecer la propuesta resulto bastante plana, recordando en exceso a The Tallest Man on Earth y con el single “House of Cards” como muestra de todo su repertorio.
La vuelta a una abarrotada sala pequeña nos trajo consigo uno de los mejores shows del día, el de la inglesa Charlotte OC. Con un estilo que recuerda por momentos a Bat For Lashes o The XX y una puesta en escena espectacular donde destaca la capa y la teatralidad de su cantante, su show pasó como un ciclón en el que destacaron temas como “Colour My Heart“, “Strange” o “If My House Was Burning“. Como ya habíamos visto a Circa Waves hace apenas 3 meses en el Best Kept Secret Festival, aprovechamos su actuación para descansar y así poder disfrutar de una posición para el espectáculo de Inheaven, banda escocesa con una mezcla de post-punk y shoegaze que ha gozado de muy buenas críticas en los medios británicos. Sin embargo, y pese al entusiasmo inicial por canciones como “Bitter Town” o “Regeneration“, uno no tarda en advertir una cierta monotonía y una continua similitud con The Jesus and Mary Chain. Para nuestra suerte en la sala grande nos encontrábamos de nuevo con unos viejos conocidos, Swin Deep, que volvían a la capital holandesa para presentar su nuevo disco Mothers. Los de Birmingham mostraron que ya empiezan a tener un repertorio que incluye 5 o 6 canciones muy potentes, y sobre ellas construyen todo su show, dejando pequeñas lagunas que desaparecen en cuanto suenan “To My Brother“, “Namaste” o la impresionante “King City“, capaz de hacer saltar a toda la sala al unísono.
El disfrutar en su totalidad del show de la banda británica hizo que fuese casi imposible entrar a la sala pequeña donde The Jacques ofrecieron su mezcla de soft punk y brit pop. Resulta sorprendente el tirón que este tipo de bandas tienen entre las nuevas generaciones, cuando hace cerca de 10 años la sala no gozaría ni de media entrada, sobre todo porque su propuesta no es innovadora ni rompedora, recordando en exceso a los primeros The Libertines. Hay que reconocer que está bien ejecutada y que su líder Bonnie Jacques tiene un carisma innato, pero en algún momento tendrán que aportar algo más que estribillos fugaces y distorsiones repetitivas.. El gran nombre de la noche nos esperaba en la sala principal, con Jason Pierce ejerciendo de maestro de ceremonias con su banda Spiritualized. Con un cambio de público notable en el que destacaba la poca presencia de las hordas de juventudes que dominaban la sala principal en los anteriores shows, la sobria propuesta de los británicos triunfó desde el primer segundo, cuando arrancaron con la magnífica “Hey Jane“, convertida en una especie de Jam Session para el lucimiento de coristas y del propio Pierce a la guitarra. En un amplio recorrido por toda su discografía donde pudimos disfrutar de clásicos como “Electricity” o “Electric mainline”, la locura llegaría con unos 20 minutos apoteósicos donde se encadenarían “Walkin’ with Jesus“, “Come Together” y “Take Me to the Other Side“, fusionando de esta manera el pasado de Jason como cabeza visible de Spacemen 3 con el tema más redondo y épico de Spiritualized. Cerca de 90 minutos de clase magistral en la que pese a la inmovilidad de la banda y la apatía de Jason Pierce parapetado tras sus ya típicas gafas de sol, el público vibró y disfrutó al máximo demostrando que cuando lo musical es notable, no son necesarias las distracciones en forma de falsa actitud o fuegos de artificio..
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