En ocasiones resulta gratificante observar como la evolución en las propuestas de una banda conlleva también un claro aumento en el número de seguidores. Buen ejemplo de esta casuística serían los ingleses Foals, que desde su espléndido primer disco Antidotes hace ya más de ocho años han ido subiendo paulatinamente escalones en el reconocimiento internacional hasta llegar a llenar con facilidad recintos como el Heineken Music Hall o ser considerados cabezas de cartel de festivales de renombre como el Bilbao BBK Live, compartiendo primera fila del cartel con bandas como Arcade Fire.
En su segunda visita a la capital holandesa en poco más de seis meses (ya presentaron el nuevo disco en Septiembre en Melkweg), los de Oxford contaron de nuevo con sus compatriotas Everything Everything como teloneros de lujo, en un cartel que empieza a ser un clásico en las giras de Foals. Los de Manchester ofrecieron un show algo falto de conexión con el público sustentado en los falsetes de su cantante Jonathan Higgs (sirva como ejemplo la redonda "Regret") y en una percusión sobresaliente como la que se pudo disfrutar en temas como “Kemosabe”. Para el final de su colorido concierto, optaron por los dos temas con más pegada de su ultimo LP Get To Heaven, "No Reptiles" y la acelerada "Distant Past", dejando la sensación de haber ofrecido un concierto mucho más enérgico y movido de lo que en realidad fue..
Tras cerca de 40 minutos de parón, amenizados eso si por el excelente álbum de debut de los canadienses Viet Cong, la banda liderada por Yannis Philippakis salió al escenario bajo los acordes de "Snake Oil", bien recibida por un público que sin embargo luego enmudecería ante la sobresaliente y ya lejana "Olympic Airways". Quizás por eso la banda intentó acabar rápidamente con ella y encadenarla con la bailable "My Number", retomando el control de una sala algo fría en la que solo las primeras filas parecían involucrarse en el concierto. Pese a la notable presencia de la batería de Jack Bevan, no fue hasta que las guitarras y los sintetizadores tomaron el protagonismo en "Providence" cuando el show despegó, propiciando un ambiente genial para el hit “Mountain at my Gates” o la inmensa “Spanish Sahara", probablemente la mejor canción de todo el concierto gracias a la emotividad de los primeros acordes y el impresionante coro de todo el público en un final interminable.
Tema tras tema la banda recorrió su discografía, hasta entrar en una recta final apoteósica cerrada con "A Knife in the Ocean" y "Inhaler", donde la voz distorsionada de Philippakis y los asfixiantes efectos de las guitarras llevaron al público al éxtasis absoluto. Sin embargo, aún habría tiempo para un nivel más con unos bises memorables en los que pudimos disfrutar de "London Thunder", "What Went Down" con el líder de la banda haciendo crowd surfing en las primeras filas y el lado más math de los británicos en "Two Steps, Twice", con Yannis y Jimmy Smith convertidos en jedi y sith realizando una especie de batalla de sables laser con sus guitarras. En definitiva, gran final para un concierto que fue de menos a más, en el que el público quizás respondió demasiado tarde ante el buen hacer de los ingleses y que presenta a la banda como uno de los grandes referentes del indie actual.
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