El pasado martes, Parkway Drive regresaban a Barcelona apenas un año después de su última visita y lo hacían como parte del Route Resurrection, gira de presentación del reconocido festival gallego Resurrection Fest que además de los australianos incluía a Darkest Hour y Stick to Your Guns. Los primeros fueron los encargados de abrir de la noche y su show fue plano y anodino, demasiado centrados en un death metal poco melódico en el que solo destacó el buen hacer de Michael "LoneStar" Carrigan a la guitarra y algunos pasajes del tema "Savor the Kill", el único remarcable en los cerca de 40 minutos de su show. Todo lo contrario que los californianos Stick to Your Guns, que ofrecieron un conciertazo de principio (con la increíble entrada al escenario bajo los acordes de "You Make My Dreams Come True" de Hall & Oates) a fin. Bajo el carisma de su líder Jesse Barnett, que no paró de hablar y hacer proclamas a favor de los refugiados o promoviendo el inconformismo, el metalcore con toques punk de los americanos fue una apisonadora en el que destacaron las aceleradas "We Still Believe", "Amber" y "Against Them All".
Con todo de cara y una sobria puesta en escena que solo incluía tres pequeñas tarimas, Parkway Drive aparecían sobre el escenario y desde el primer tema dejaron claro que la noche se iba a convertir en baño de masas en el que el público iba a corear cada uno de los conocidos estribillos de los australianos. Un arranque con dos temas previos al controvertido Ire (2016) como "Wild Eyes" y "Carrion" hicieron que pensáramos en el destierro del setlist de su último disco, pero a renglón seguido "Dedicated" y la pegadiza "Vice Grip" nos demostraron que los temas del mismo se han conseguido integrar a la perfección en el directo de la banda, con una fuerza que supera la del formato físico.
La visita a su disco Deep Blue (2010) con "Karma" y "Sleepwalker" fue algo decepcionante por lo plano de su propuesta, sensación posiblemente acrecentada por el hecho de que solo Winston McCall interactúe o de muestras de contacto con el público mientras que el resto de miembros permanecen inmóviles.. Sin embargo, la banda retomaría el control de la situación con una apoteósica "Dark Days", perfecto preámbulo para uno de los momentos álgidos de la noche, la melódica "Destroyer" en la que las guitarras por fin tomaron el protagonismo al son de un juego de luces simplemente espectacular, posiblemente el mejor nunca visto en la sala barcelonesa. A partir de aquí, los últimos minutos del concierto se volvieron una montaña rusa en el que pudimos sufrir una excesivamente relajada interpretación de "Writings on the Wall" o gozar con las habilidades de Ben Gordon a la batería, primero en "Boneyards" y después con un poderoso solo en "Swing".
Ante el clamor de unos fans entregados, la banda subiría de nuevo al escenario para interpretar "Crushed", el tema más potente de su último disco con el que pusieron la sala patas arriba propiciando varios crowdsurfing y circle pit. Para cerrar el concierto, y en un hecho a agradecer, la banda hizo las delicias de un público que insistió en que tocasen "Romance Is Dead", canción no incluida en el setlist que tras unos cuantos “Can we do it? That’s the question” entre banda y técnicos supuso el fin algo irregular de un concierto corto pero intenso. Resulta difícil ver dónde estarán los australianos dentro de 20 años y saber cuál va a ser su impacto en la historia del metal (Los más puristas incluso dicen que no pertenecen a ese estilo), pero es innegable que su propuesta de estribillos fácilmente reconocibles y cantables ha calado hondo en un público con edades comprendidas entre 16 y 28 años que asiste a sus conciertos. Musicalmente son casi perfectos, pero la frialdad que transmiten algunos de sus miembros en directo les hace perder un punto que poco parece importar a sus fans, que abarrotan las salas donde actúan año tras año.
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