Enrique Bunbury volvía a Valencia dos semanas después de cancelar dos horas antes del mismo el que tenía que ser el concierto que diese comienzo a su gira española. Quizás por la sensación de estar en deuda con un público que coreaba su nombre sin cesar desde 20 minutos antes del concierto, en una Fonteta de Sant Lluis con ¾ partes de entrada (pista llena pero segundo anillo de localidades vacío), el exlíder de Héroes del Silencio ofreció un concierto más que notable, en el que presentó con una ejecución casi perfecta algunas de las canciones de su último disco Licenciado Cantinas, a la vez que repasó algunos de sus mayores éxitos.
Amparados por un escenario rodeado de 4 columnas luminosas y múltiples focos, aparecieron a escena primero “Los Santos Inocentes”, banda de la que se hace acompañar Bunbury desde la gira de Hellville de Luxe y que incluye notables músicos como Jordi Mena (ex Jarabe de Palo) o Ramón Gacias, para ejecutar la intro del nuevo disco “El Mar, el Cielo y Tu”. Ya con Enrique sobre el escenario, la primera canción con todo el entramado al completo fue “Llevamé”, en la que ya quedaba claro que las canciones de Licenciado Cantinas iban a tener la misma fuerza en el directo que en el formato físico. Acompañado por un excelente Robert Castellanos al contrabajo, Bunbury realizó una interpretación casi perfecta de este clásico del chicano Flaco Jimenez, para posteriormente, y antes de empezar con “El tiempo de las cerezas”, disculparse ante el público por la suspensión del concierto del día 12.
La canción de ese proyecto que realizó hace ya 5 años junto con Nacho Vegas fue quizás uno de los momentos más intimos del concierto, aunque personalmente creo que pierde fuerza fuera del proyecto conjunto con el asturiano. Como si el propio artista fuese consciente del bajón anímico que se había producido entre el público, rápidamente optó por continuar con una de las letras más potentes de su nuevo disco, la cumbia “El solitario”, canción el la que Jorge Rebenaque y su órgano Hammond sonaron a las mil maravillas.
Tras ella, llegó el primer pack de hits de la noche, que comenzó con “La señorita hermafrodita”, interpretada por Enrique con una fierza inusitada. Viendo que el público comenzaba a reaccionar, el aragonés optó por una baza segura como es “El extranjero”, que hizo que el pabellón valenciano tuviese la primera gran apoteosis de baile y saltos. Como el respetable respondía al artista, este contratacó con el que es el single de su nuevo disco “Ódiame”, que fue coreado por un público enfervorecido hasta la finalización del mismo.
Tras este primer asalto importante, y como si Bunbury no quisiese que le escapase el caballo de las riendas, volvió a entonar un par de canciones lentas que amansasen a las fieras. Remontándose al principio de su carrera en solitario, Radical Sonora, optó por cantar una versión que sonó bastante descafeinada de “Big Bang”, tras la que posteriormente entonaría con una perfección absoluta “Los Habitantes”, sonando así la primera y única canción de su anterior trabajo Las consecuencias (sorprende el poco peso en la gira de este disco). Tras este breve inpass, la furia volvió al escenario con ese himno al despecho que es “No me llames Cariño”, coreada al unísono por un pabellón entregado. Tras ella, la ranchera “Animas que no amanezca” hizo que de repente la noche valenciana se trasladase al centro de Mexico D.F, con la gente, e incluso el propio Enrique, bailando toda la canción. “Sacame de aquí” volvía a rebajar los ánimos de baile de un público que sin embargo coreaba una a una las palabras de la letra de la canción, de la misma manera que lo haría a continuación con “Que tengas suertecita”.
La traca final comenzaba con la que posiblemente es la canción con mayor ritmo del último disco, “El dia de mi suerte”, en la que los guitarras Álvaro Suite y Jordi Mena disfrutan de unos merecidos instantes de gloria gracias a unos perfectos solos y coros. Sin ni siquiera un segundo de descanso, empezaron a sonar los acordes de “Si”, la que es para un servidor la mejor en directo del artista zaragozano. Con el pabellón bailando sin parar y coreando el famoso estribillo de la canción, Bunbury anunciaba que se despedía con “El Hombre delgado que no flaqueará jamás”, que sonó a la perfección sobre todo debido a la batería de Ramón Gacias.
Como era de preveer, y ante la insistencia del público, la banda al completo retornó para interpretar tres nuevos temas. “Bujias para el dolor” sonó potente y rockera, ganándose además al público local por sus referencias a la Virgen del Carmen y al levante que aparecen en la canción. Tras ella llegó quizás el único resbalon de setlist del concierto, ya que la elegida “Mi sueño prohibido” no hizo mas que relajar en exceso a un público entregado ávido de las canciones con mayor ritmo de la discografía del aragonés. Este ánimo se pudo observar con la tercera canción de los bises, la conocida “Infinito” que fue coreada por todo el pabellón sin descanso, felicitando el propio artista al público al final de la misma, segundo antes de volverse a marchar a camerinos. Tras un minuto de espera, Enrique y el resto de la banda volvieron a aparecer para regalar a nuestros oídos la nada habitual en directo “San Cosme y San Damian”, que sonó perfecta gracias a los acompañamientos acústicos de Los Santos Inocentes. El final del concierto llegaba esta vez si con la descriptiva “Al final”, que sirvió para que la mitad emparejada del pabellón pudiese bailar esta especie de vals moderno que el aragonés creó en el ya lejano Flamingos.
Así pues, gran éxito del aragonés en esta nueva gira, sorprendiendo a propios y extraños por la calidad musical del mismo, destacando la interpretación de los temas del nuevo disco. Quizás se puedan echar en falta algunos éxitos de la discografía pasada del cantante (“Alicia”, “Lady Blue”, “Frente a frente”..), aunque es bien cierto que la larga trayectoria de Enrique en solitario hace que se empiece a necesitar un gran concierto en lo que a duración se refiere para poder tocar muchos de estos éxitos.
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