La segunda jornada del festival se presentaba con un claro líder, Kurt Vile y sus Violators, pero también con una gran cantidad de grupos con la vitola de promesas como Bully, Dornik o Låpsley.
Precisamente la inglesa sería la primera toma de contacto del día en la sala pequeña, mostrando su electrónica minimalista que tan de moda está gracias a gente como SOHN o East India Youth. Aunque en un principio se agradeció la pausa y calma que ofreció la de Liverpool, al cabo de dos canciones su show es demasiado lento y previsible, echando en falta más instrumentos como percusión o más sintetizadores que hagan salir el concierto del letargo general. Menos mal que la propuesta punk rock con toques grunge que los americanos Bully ofrecieron instantes después en la sala principal iba a hacernos recordar lo que es la fuerza de la música en directo.. Como si hubiésemos saltado 20 años en el tiempo, teníamos ante nosotros una banda en la que la voz de Alicia Bognanno se fundía con distorsiones y efectos de guitarra que recordaban a las mejores Elastica o The Breeders. Impresionante el ambiente que se alcanzó con temas como "Too Tough" o especialmente "Trying", llamado a estar en las listas de mejores temas de este año que ya casi acaba.
Otra carrera hacia el piso superior para escuchar a los americanos Howard, aunque en lo que ya iba a ser una constante la cantidad de público presente hacía imposible ni siquiera entrar a la sala pequeña. Desde el marco de la puerta pudimos disfrutar de la calmada propuesta electrónica de la banda, muy cercana al estilo de Alt-J o Glass Animals, aunque con un toque más guitarrero que les aproxima a los primeros Radiohead. En la sala principal era el turno para sus compatriotas Lower Dens, que sustituían en el horario a Waxahatchee, baja de última hora en el festival. Ya establecidos definitivamente como trio, la banda liderada por Jana Hunter empezó con fuerza, pero a las dos canciones se desvaneció como la espuma de la cerveza. La excesiva presencia de la batería (especialmente del bombo) en el conjunto hizo que la voz de su líder desapareciese súbitamente en algunos temas, lo que unido a una sonorización nefasta dio como resultado un show prescindible donde solo se salvó su hit "To Die In L.A.".
De nuevo la aglomeración de gente hacía físicamente imposible acceder a la sala pequeña, solo pudimos ver el show de Dornik desde la pantalla gigante de la sala principal. Su soul calmado, alejado de la batería que le ha llevado a la fama, hizo moverse a la sala, que bailo especialmente con su éxito "Drive". Una pena que las condiciones de la sala no permitiesen a más gente acercarse a su propuesta. La edición de este año iba llegando a su fin y la gran estrella de la noche aparecía con una gran timidez por el escenario principal. Kurt Vile, enfundando en unas Adidas ochenteras, saludo al público, dio un par de gritos y empezó a descargar su lo-fi mezcla de rock y folk, consiguiendo que en un par de temas toda la sala estuviese a sus pies. También es cierto que cuando en menos de 10 minutos suenan seguidas "Jesus Fever", "Dust Bunnies" y "Pretty Pimpin", uno solo puede sentarse en su silla y disfrutar como un niño pequeño con una gominola.. El show bajaría de intensidad en los momentos en los que Kurt tocó el bajo o en aquellas canciones cantadas en solitario, pero en cuanto volvió la banda y recobró la riqueza sonora del resto de instrumentos, llegaron de nuevo regalos como “Wakin on a Pretty Day", "Freak Train" o "Wild Imagination". Increíble fin de fiesta para un London Calling que al contrario que en otros años ha tenido como grandes triunfadores a los nombres más consagrados del cartel, Spiritualized y Kurt Ville, y en el que como bandas a seguir nos quedamos con Charlotte OC y Bully.
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