Tras la primera jornada vivida íntegramente en el recinto de la Fira de Montjuic, el Sónar por fin celebraba su 25 aniversario con todos sus recintos abiertos para la jornada del viernes. Para empezar un largo día, nuestra primera toma de contacto fue con el local Clip y la gallega Cora Novoa, cuya sesión fue una de las grandes sorpresas de la jornada, no por el nivel que ya conocemos de ellos por separado, sino por la gran sincronización que mostraron entre ambos. Entre guiños de complicidad y demostrando buen rollo por doquier, la sesión analógica a cuatro manos nos dejó cerca de una hora de techno del bueno, del que no paras de bailar en tu baldosa y subiendo el nivel nada más comenzar a altares difícilmente alcanzables.
Cora Novoa, Sónar 2018 – Foto realizada por Víctor Ramos Santafé para Indieófilo©
Lo que pasa que justo después en el SónarHall, se puede catalogar como una de las grandes catarsis de la historia del festival. Mas allá del hype acontecido con sus últimos singles y a la espera de un LP que cristalice todo lo bueno que presagian sus avances, Rosalía dio un puñetazo en la mesa con un show majestuoso en el que lo mismo se escuchan quejios, que hasta 10 bailarinas llenas el escenario al ritmo de palmas que un quad (¡¡Si un quad!!) con su acelerador da la entrada de una canción. Ante un escenario que se quedó pequeño y en el que una multitud se quedó fuera, la de Sant Esteve de Sesrovires demostró fuerza y seguridad, tocando diversos palos a lo largo del show, sabedora de que tiene como colchón de unión las excelentes bases de El Guincho, que sonaron esplendorosas en un concierto que arrancó y terminó por todo lo alto con “Malamente“, cuya único acercamiento a Los Ángeles (2017) fue la delicada “Catalina” y en el que destacó especialmente la unión de dos temas como el cover de “Brillo” de J Balvin y la agobiante “Bagdag“, temazo del que ya queremos escuchar su versión final en album.. Como único pero, el tiempo perdido entre transiciones, pero es un precio a pagar ante los múltiples cambios de vestuario y escenografías que incluye el show.
Antes de coger el bus hacia la Fira de L’H para disfrutar del Sónar de noche, aún tendríamos tiempo de asistir a ese esperpento que fue Diplo presents, donde músicos amigos del reconocido DJ fueron saliendo sin orden (ni ritmo) establecido. La gente esperaba un desmadre al estilo del que monta en sus shows con Major Lazer el bueno de Diplo, y lo que recibieron fue ritmos inconexos que lo mismo se acercaban al DanceHall que al HipHop con poca consistencia.
Diplo presents Sónar 2018 – Foto realizada por Víctor Ramos Santafé para Indieófilo©
Ya en el Sónar de noche, era el turno del gran nombre de esta edición, Gorillaz. Ante un SónarClub a rebosar, el megragrupo liderado por Damon Albarn tuvo un inicio algo tibio en el que “M1 A1” no lució tanto como debiera. Entre coro gospel y colaboraciones varias, la noche sirvió para presentar al gran público el que será su próximo álbum The Now Now (2018), que saldrá a la luz en apenas dos semanas. Quizás por el excesivo número de temas de este que fueron sonando (hasta 7), el concierto no terminó de coger ritmo, aunque cuando suenan “Clint Eastwood“, “Feel Good Inc” o “On Melancholy Hill” poco hay que objetar… Si a ello le sumamos las colaboraciones habituales (De La Soul en “Superfast Jellyfish” o “Feel Good Inc.” y Little Simz en “Garage Palace“, nos encontramos con un concierto notable (aunque no brillante), que sirve para mostrar el gran abanico de estilos que la banda domina, pasando del pop a la electrónica o el hip hop con sorprendente facilidad, y para mostrar la mejor versión en años de un Damon Albarn comodísimo en su papel de maestro de ceremonias.
Gorillaz, Sónar 2018 – Foto realizada por Víctor Ramos Santafé para Indieófilo©
A pocos metros del escenario principal, Oddisee & Good Company se dedicaron a relajar el ambiente con una mezcla de funk y soul que lo mismo bebe de la Motown de los 70 que se acerca al HipHop de la costa Este de los 90. Entre temas de su nuevo disco The Iceberg (2017) y hits como “That’s Love” u “Own Appeal” el concierto se hizo corto y significó un breve descanso ante la marabunta del resto de la jornada. Locura como la que por ejemplo llevaron por diversos motivos Yung Lean y Benjamin Damage al escenario SonarPub. El primero, con un look entre Joker y un policía de New York, disfrutó de un gran público que acudía en masa por su status de referente internacional del trap, aunque su concierto fue basculando entre Hip-Hop e inclusos bases de baladas, alejándose por momentos de la imagen preestablecida que teníamos de él. A continuación, Benjamin Damage sería la gran sorpresa de la noche con una sesión 100% techno analógico en la que demostró todo lo bueno que se habla del británico. Una sesión que recordaría a las míticas sesiones de principios de la década pasada en el festival de Óscar Mulero o Carl Cox en la que todo fluyó a las mil maravillas y que encumbró a una de las grandes promesas de la escena underground.
Bonobo, Sónar 2018 – Foto realizada por Víctor Ramos Santafé para Indieófilo©
Para cerrar la noche, era el turno del también británico Bonobo, al que ya pudimos ver el pasado año dentro del FIB. Con la misma escenografía acompañado de una banda, presentó buena parte de su último disco Migration (2017), rico en medios ritmos y escenas preciosistas, perfectamente trasladados al directo con la ayuda de la cantante Szjerdene. Sin embargo, el inglés fue elevando poco a el ritmo de la mano de unos teclados que incluso se atrevían con ritmos más propios del funk. Al cabo de una hora, era difícil no encontrar a alguien en el inmenso recinto que no estuviese bailando..
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