Tras un verano tormentoso para la banda americana por la marcha de dos miembros capitales como Tyler Ramsey y Bill Reynolds, Band of Horses llegaban a la sala Apolo de Barcelona en uno de los últimos conciertos de la gira que durante este verano les ha llevado por buena parte de Europa y que ayer mismo cerraban en el DCODE madrileño. Había ganas de ver a los norteamericanos en sala en la ciudad condal tras su exitoso concierto en la misma sala Apolo de 2011 como mostraba el sold out alcanzado semanas atrás, y pese a los problemas de sonido en el volumen del micro de Ben Bridwell, la banda cumplió con las expectativas.
Ben Bridwell de Band of Horses – Foto realizada por Esther Vicente para Indieofilo©
La noche arrancaría con el mallorquín L.A. (que ha ejercido de telonero de la banda de Seattle en todos los conciertos en salas de esta gira) con la única ayuda de una guitarra, precisamente una propiedad del mismo Ben Bridwell como él reconocería al final del concierto. Esas circunstancias hicieron que su breve show de 30 minutos volviese a los toques americana que marcaron sus discos Dualize (2013) y From The City To The Ocean Side (2015), olvidándose un poco de esa evolución hacia sonidos más cercanos incluso al pop de su último LP King of Beasts (2017). Frente a un público algo apático en los primeros temas, Luis Alberto Segura cambió el ritmo del su show a base de guitarrazos y estribillos pegadizos, consiguiendo en los instantes finales involucrar a todo el público con la potente “The Keeper and The Rocket Man”.
Band of Horses – Foto realizada por Esther Vicente para Indieofilo©
Tras unas breves pruebas de sonido que hicieron que el concierto empezase con 10 minutos de retraso, Band of Horses saltaron al escenario del Apolo acompañados de una simple escenografía que solo incluía un telón sobre el que estaba impreso un bucólico paisaje en medio del bosque. Como carta de presentación, y con Ben Bridwell sentado tocando su ya clásica guitarra horizontal en los primeros compases, BOH optaron por algunos temas menores de su último disco Why Are You OK (2016), además de una acertada versión del “Can't Hardly Wait” de The Replacements. Pese a la potencia del sonido en su global, estos primeros temas sirvieron para detectar la que sería la tónica general durante buena parte del concierto; la voz de Ben Bridwell casi desaparecía cuando algún efecto de la pedalera del nuevo guitarrista Ian MacDougall entraba en escena.
Ben Bridwell de Band of Horses – Foto realizada por Esther Vicente para Indieofilo©
Pese a ese molesto lastre podríamos disfrutar de una maravillosa “St. Augustine” en la que Ryan Monroe estuvo inmenso a los coros, para posteriormente lanzarse con algunos de los temas más conocidos de los de Seattle como “No One's Gonna Love You” o la más reciente “Casual Party”, que parece haberse convertido rápidamente en uno de los clásicos de la banda. Tras intercalar algunas visitas a temas de los tres primeros álbumes de su discografía y reafirmar que el vilipendiado Mirage Rock (2012) parece haber caído en el olvido, o lanzarse incluso con pequeños diálogos con el público en los que incluso el nuevo bajista Matt Gentling se atrevió a chapurrear algo en un castellano-mexicanizado, “The Great Salt Lake” y “Solemn Oath” elevaron un peldaño más el ritmo del concierto, coincidiendo justo con el momento en el que los problemas de sonido desaparecían definitivamente y por fin podíamos oír a Ben Bridwell con nitidez.
Ben Bridwell de Band of Horses – Foto realizada por Esther Vicente para Indieofilo©
Así pudimos disfrutar de unos últimos 20 minutos de alta calidad que arrancaron con Ryan Monroe interpretando desde los teclados “Older”, para posteriormente dar por cerrado el concierto con las calmadas “In a Drawer” y “Laredo”. Sin embargo lo mejor estaba por llegar con unos bises sublimes en los que sonaron para delirio del público los dos temas más conocidos de los norteamericanos, “Is There a Ghost” y “The Funeral”, tema que les dio a conocer y que convirtió la sala Apolo en un karaoke masivo. La calmada introducción y su épico estribillo fueron un excelente final a un concierto con un setlist equilibradísimo en el que la banda americana sonó instrumentalmente perfecta, pero en el que el bajo volumen en la voz de Ben Bridwell durante buena parte del concierto fue un impedimento para disfrutar del show en condiciones.
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