La noche del pasado miércoles, Leonard Cohen volvía a Barcelona, tres años después de su última visita, tras llenar hasta en tres ocasiones seguidas el Zenith Omega de Toulon (en la costa azul francesa), con el fin de presentar su último disco, Old Ideas (2012), que ha sido número 1 en ventas en medio mundo.
Fotografia propiedad de La Vanguardia
Con cerca de 15 minutos de retraso sobre el horario previsto, y ante un Sant Jordi que presentaba 3/4 de entrada (No se habian vendido entradas para el tercer anillo superior), el maestro canadiense hacia acto de presencia bajo los coros de "Dance Me to the End Of Love", lo que hacia presagiar que nos encontrábamos ante el principio de una noche mágica. Tras una mini presentación en la que alabó las virtudes de la ciudad de Barcelona, los acordes del Hammond presentaban al público una versión casi eterna de "The Future", para posteriormente continuar con canciones legendarias en su discografía como "Bird on the Wire", "Everybody Knows" o "Who by Fire" (impresionante el solo de guitarra de 12 cuerdas con el que empezó la misma a cargo del aragonés Javier Mas). Tras ellas, llegaría la primera canción de su nuevo disco, "Darkness", que rebajaría el nivel de euforia del público, hasta que instantes después se encadenaban las míticas "Sisters of Mercy" y "Hey, That's No Way to Say Goodbye", altamente coreadas por el respetable. Tras otro breve y emocionante discurso de Cohen "Es un privilegio estar en Barcelona. No sé si nos veremos otra vez, pero os prometo que hoy vamos a dar todo lo que tenemos", tres canciones mas de su último trabajo,"Amen", "Come Healing" y "Going Home", unidos a temas menores de su discografia (si es que existen) como "In My Secret Life" o "Waiting for the Miracle" volvian a cambiar los ánimos, justo momentos antes de que finalizase la primera parte del concierto (tras cerca de hora y media de concierto) con "Anthem".
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La pequeña desbandada de público que se produjo, hizo avisar a los organizadores que simplemente se trataba de un descanso y que en quince minutos volverían los artistas al escenario, momento que sucedió bajo los acordes de dos temazos como "Tower of Song" (Con Cohen a los teclados) y "Suzanne", en el que se vivió un momento mágico al encenderse de manera espontánea diversos mecheros entre el público que acompañaron la interpretación de rodillas del cantautor canadiense, todo ello perfectamente acompasado de la magia creada por el violoncelista moldavo Alexandru Bublitchi. Tras esta sucesión de éxitos, llegaría la calma con "Night Comes On", "Heart with No Companion" y "The Gypsy's Wife" (perfectamente acompañado a los coros por Sharon Robinson), aunque la locura volvería al Sant Jordi cuando empezó a sonar con una fuerza impresionante ese himno atemporal que es "The Partisan". Tras ella, surgió el Cohen mas político con la interpretación de "Democracy", para posteriormente ceder el protagonismo totalmente a sus coristas, primero a las hermanas Webb que interpretaron "Coming Back to You" (La mayor de ellas acompañadas con un arpa y la menor de una guitarra acústica) y después Sharon Robinson cantando "Alexandra Leaving", todo ello bajo la atenta mirada y admiración del longevo canadiense desde el centro del escenario. Tras mas de dos horas de concierto, llegaba el momento cumbre del mismo, al encadenarse la interpretación de tres de sus éxitos mas reconocidos, como son "I'm Your Men", "Hallelujah" y "Take This Waltz", con los que el público enloqueció, gritó, cantó e incluso lloró, consiguiendo que el propio Leonard aplaudiese al respetable por la calidez y el entusiasmo del mismo.
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Parecía que el concierto había llegado a su fin, cuando Cohen y su séquito volvieron a subir al escenario para interpretar dos bises más, el primero lleno de emotividad y calidad al sonar "So Long, Marianne" y "First We Take Manhattan", mientras que el segundo fue una maravillosa despedida con la gran balada "Famous Blue Raincoat" y la versión de The Drifters, "Save the Last Dance for Me". Así pues, un concierto sublime en su totalidad, capaz de hacer remover las emociones más ocultas, y que sirvió para demostrar la entrega y la genialidad de un maestro que a sus 78 sigue con una vitalidad impresionante. Si hubiese que poner algún pero, servidor echó en falta alguna mención o recordatorio para la memoria del desaparecido Enrique Morente, en la primera gira del canadiense tras la muerte del maestro granadino.
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