Como cada año con la venida del otoño, el London Calling festival llegaba de nuevo a las dos salas de Paradiso en Amsterdam para mostrarnos algunos nuevos nombres a seguir (como sucedió en la pasada edición de mayo en la que pudimos disfrutar previamente al éxito masivo de los shows de Royal Blood o Jungle), acompañados en esta ocasión por nombres mas reconocidos como los ya veteranos Sebadoh o Spoon.
El horario de inicio del festival nos hizo llegar a los instantes finales del concierto de una de las bandas que mas ganas teníamos de ver, los británicos Wild Smiles, cuyo sonido recuerda al grunge de Nirvana, Dinosaur Jr. o Teenage Fanclub. Sin embargo, en un directo rápido y potente, su música consigue acercase mas a bandas actuales como The Drums, demostrando una versatilidad que no está presente en su divertido disco de debut Always Tomorrow. Tras ellos era el turno del americano Gap Dream, que llegaba con la vitola de ser un digno sucesor del sonido psicodélico synthpop de MGMT mezclado con toques rock por su colaboración con The Black Keys. Por contra, su sonido se mostró plano e incluso por momentos demasiado aburrido (sensación probablemente debida también a su poca interacción con el público), aunque merece la pena destacar un temazo como “Shine your light“, que hizo las delicias del poco publico congregado..
La mítica sala grande abría sus puertas al festival con el concierto de los también americanos Wild Child, que hace ya cuatro años se situaron como una de las bandas a seguir de cerca gracias a su disco de debut Pillow Talk, en el que destacaba la dulzura de la voz de Kelsey Wilson y su combinación con los ritmos acaramelados surgidos de oukeleles y violines. En esta ocasión, y con un repertorio centrado en su segundo disco The Runaround, el concierto fue de mas a menos, resultando incluso la parte final un poco monótona, debido en gran parte a la excesiva presencia de instrumentos en algunas canciones, lo que hizo que el público perdiese el interés paulatinamente ante la sensación de estar escuchando repetitivamente la misma canción que bien podría ser la música de fondo de algunos de esos anuncios que tanto proliferan en la actualidad con rincones encantadores de las principales ciudades europeas y hipsters barbudos en bicicleta como protagonistas. Posiblemente este hecho hizo que la sala pequeña se llenase todavía mas para disfrutar de los también americanos Gengahr, que con el aura de haber sido una de las bandas revelación del pasado Glastonbury pese a no tener todavía disco en el mercado, eran uno de los nombres apuntados en todas las listas de “must see“. En directo su sonido se convierte en una mezcla de unos Unknown Mortal Orchestra menos oscuros con pinceladas de Broken Social Scene o Sufer Blood, dejando una buenísima impresión en los poco mas de 20 minutos que duró su actuación.
El retorno a la sala principal nos deparó una de las sorpresas del día. Los australianos DMA’s, con una apariencia mas cercana a los pandilleros de barrio de Manchester que a un grupo de música, ofrecieron cerca de 30 minutos de buen rock, recordando por momentos a los primeros Stones Roses u Oasis. Ademas de su indumentaria (sustituyendo Adidas por la mas popular en las antípodas Slazenger) y su desafiante actitud, sorprendió la cantidad de guitarras presentes en el escenario, quitando la simplicidad de los grupos brit. ¡Esperamos ansioso su disco de debut que confirme todo lo bueno visto en directo!. Si el año pasado fueron los Royal Blood los que casi nos dejan sin tímpanos con su potencia, en esta edición, y como todo hacia presagiar por sus canciones y vídeos en internet, los responsables de despertarnos a base de guitarrazos fueron Bad Breeding. Los ingleses, con una mezcla del punk de Bad Brains y el rock de Motörhead, pusieron patas arriba una sala pequeña que por momentos parecía un gran pogo, pese a que algunos problemas con el sonido en el bajo casi tiran por tierra el show en la cuarta canción y que fueron claramente solucionados mas por actitud punk que tecnicismos..
El merecido descanso para el cuerpo llegaría con sus paisanos Lola Colt, que en la sala grande desplegaron toda su artillería, y nunca mejor dicho, en forma de un repertorio que podría ser la perfecta banda sonora para los típicos westerns de Sergio Leone. Independientemente del estilo, que a nuestro parecer poco casaba en esas horas con lo que se presentaba en el festival, cabe destacar la presencia de su cantante, la danesa Gun, que por momentos parecía la hermana gemela de Patty Smith o Grace Slick con su desgarrada y potente voz. La planta superior volvía a ser pasto de la destrucción ante la propuesta de los “jodidos The Amazing Snakeheads venidos de la jodida Glasgow“, que fue como se presentó su líder Dale Barclay. Su espectáculo, que arrancó antes de la primera canción con cantante y bajista lanzando sus camisas al público, pareció tener mejor acogida dada la complicidad con la que la audiencia enloqueció ante su estilo punk old school con reminiscencias a The Fall o The Cramps. Es cierto que su estilo puede sonar a ratos simple o demasiado rudo, pero eso ya lo sabiamos de antemano, y además cualquiera se atreve a decirles algo a estos matones escoceses..
La vuelta a los ritmos mas acelerados y a las distorsiones llegaría con The Bohicas, que ya estuvieron en la pasada edición de Mayo y que de la mano de sus singles “XXX” y “Swarm” han conseguido hacerse un nombre en las radios británicas. El sonido de la banda en directo es excelente, pero suena demasiado artificial y poco original, consiguiendo por momentos asemejarse a los primeros Kasabian, pero sobre todo (y quizás demasiado), a sus mentores Franz Ferdinand, que les ficharon para su sello Domino. Ese toque especial quizás deberían buscarlo en una menor presencia de su cantante Dominic McGuinness y en un mayor protagonismo de su guitarra Dominic John, que fue quien ofreció los mejores momentos del concierto. El un nuevo paso hacia ritmos mas sosegados, los hermanos Thom y Lucy, mas conocidos por su nombre artístico Southern, subieron al escenario cada uno con una guitarra (acústica y eléctrica respectivamente) acompañados por bajo y batería, ofreciendo un sonido inicial que recordaba al post britpop de Travis o Stereophonics, pero con una voz muy cercana a la del líder de The Kooks Luke Pritchard. La compenetración entre los miembros y los poderosos riff de guitarra de Lucy ofrecieron dos temazos como “Cold Kids” y “Where I Want to Be“, que a buen seguro les auparán a las listas de mejores temas y grupos a seguir a finales de año.
El gran nombre de la noche, la banda Kate Boy, llenó la sala grande con una estilo muy cercano a los ingleses AlunaGeorge, pero sobre todo a los suecos The Knife, mostrando un perfecto equilibrio entre la voz de la australiana Kate Akhurst y los ritmos surgidos sobre todo de sintetizadores, teclados y batería electrónica. Pese a su efectividad y las buenas maneras que apuntan temazos como ‘Northern Lights’ y ‘Self Control’, tenemos que reconocer que por ahora lo que ofrecen no resulta nada novedoso, por lo que tras una serie de hit EP’s, esperamos su primer LP para que decante la balanza hacia grupo a seguir o grupo del montón.. Todo lo contrario sucedió con los angelinos Saint Motel en su breve show en una sala pequeña a rebosar. Un concierto divertido, con una gran variedad de sonidos alucinante en la que guitarras, teclados y batería se acompasaban a la perfección con un saxofón, todo muy 80’s, quedando para el recuerdo una memorable interpretación de uno de los temazos de este año como es “My Type“. La noche se cerraba con la sesión Kill All Hipsters, pero como también suponía el cierre para el segundo día del festival, dejamos su análisis para el review de mañana.
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