Tras la floja jornada en líneas generales del viernes, el sábado era el día grande del Best Kept Secret Festival 2015, al menos en lo que a que nombres se refería, con Death Cab For Cutie, The Vaccines, Ride y A$AP Rocky como previos de Noel Gallagher High Flying Birds, gran cabeza de cartel de esta edición.
Las tempranas horas a las que actuaban dos de los grupos nacionales del momento, Mourn y Hinds, hicieron que no pudiésemos acudir a sus conciertos y que nuestra jornada arrancase con los británicos Temples. Bandera del nuevo rock psicodélico inglés, estos jovenzuelos beben de las mejores épocas de Pink Floyd, pero en una versión mucho más calmada y accesible para los gustos generales. Con un buen sonido en general, solo su poca interacción con el público y el parón que supuso la presentación de las canciones inéditas “Volcano” y “Henry’s Cake” de su esperado nuevo trabajo, hicieron que el balance final no fuese soberbio. La gran sorpresa del día, e incluso del festival, serían los americanos St. Paul & The Broken Bones, que nos dejaron a todos con la boca abierta con su increíble espectáculo de soul y gospel. Como si del juego del gato y el ratón se tratase, la banda salió al escenario marcando ritmos lentos que hicieron que muchos espectadores se marchasen y se perdiesen el cambio radical que experimento el concierto tan pronto como su cantante entro en escena. Soul, Blues y Gospel elevados a la máxima potencia, recordándonos a los más jóvenes a aquellos estilos con los que alucinábamos en The Blues Brothers.. Entre historias sobre el pasado en iglesias de su cantante Paul Janeway, pudimos gozar con canciones como “Dixie Rothko” y “Like a Mighty River“, que hicieron enloquecer a una carpa que una vez acabado el concierto se marchó con la sensación de haber descubierto un tesoro.
Quizás ese estado de euforia fue una losa para los islandeses Of Monsters and Men, que ofrecieron un soporífero concierto en el escenario principal. Con toda la banda enfundada en ropajes de color negro, lo mismo dio escuchar los temas de su nuevo disco que del resto de su discografía, ya que la sobreexposición de bombos y batería hizo que todas las canciones sonasen iguales. Para cuando llego su gran éxito “Little Talks” al final del concierto, la mayoría del público había marchado hacia otras propuestas que acompañasen los pocos de rayos de sol que ofrecía el día. Después de esta dosis de dormidina, se agradeció una propuesta emotiva pero poderosa como la de Death Cab For Cutie, ya sin Chris Walla a la guitarra. Pese a un arranque de concierto espectacular con “The New Year“, “Crooked Teeth” y “Doors Unlocked“, el show decae inmediatamente tan pronto como empiezan a sonar las canciones de su último disco Kintsugi, de la que solo se salva levemente por el ímpetu de Gibbard a la voz el single “Black Sun“. Como rectificar es de sabios, y experiencia tiene de sobra la banda americana, una excelsa interpretación de “I Will Possess Your Heart” con Ben Gibbard al piano en las partes instrumentales, vuelve a enganchar a un público que enloquecerá con el trio final “Soul Meets Body“, “Marching Bands of Manhattan” y “Transatlanticism“, cerrando un concierto de poco más de una hora en el que se pudo disfrutar de un buen sonido en general, y de la voz de Gibbard en particular, que parece disipar las dudas sobre la calidad de su directo aparecidas en las últimas giras.
Los medios ritmos y las canciones pausadas volvían a ser las protagonistas del escenario principal, en donde se encontraban los belgas Balthazar. Con una gran legión de seguidores en Bélgica y Holanda, la banda sabe sacar provecho de los juegos de voces entre sus integrantes (en ocasiones hasta 4 voces al mismo tiempo) y la poderosa presencia de guitarras acústicas y un violín que suaviza el conjunto. Por supuesto, no faltaron sus hits “Leipzig“, “Bunker“, “I Looked For You” y “Do Not Claim Them Anymore“, por lo que el cómputo global, sin ser algo excepcional, fue bastante satisfactorio. Para suerte de aquellos que apostamos por ritmos más rockeros, tendrían que ser los británicos Ride los que en su gira de reunión tras cerca de 20 años separados aportasen ese plus diferencial en la carpa del escenario 2. Desde el primer momento demostraron su buen estado como grupo con una impresionante versión de cerca de 10 minutos de “Leave Them All Behind“, donde las distorsiones y el ambiente asfixiante de guitarras y bajos mostro lo mejor del shoegaze de principios de los 90. El concierto tuvo su punto álgido en la cuarta canción del repertorio, “Seagulls“, a partir de la cual el ambiente fue decayendo paulatinamente entre canciones menores y los cambios de cantante entre Andy Bell y Mark Gardener. Así que cuando sonó casi al final su gran éxito “Vapour Trail“, sus seguidores enloquecieron de manera súbita y crearon un ambiente casi mágico que hizo que esa bacanal de ruido con la que despidieron su show, “Drive Blind“, fuese uno de esos momentos mágicos a recordar del festival. Todavía no sabemos si Ride han vuelto para quedarse o solo para recaudar el dinero de esta gira, pero aunque sea esta segunda opción, cuando puedes disfrutar de casi media hora de rock que parece perdido en los tiempos que corren, te da lo mismo y lo gozas como si no hubiese mañana.
La actuación instantes después de sus compatriotas The Vaccines en el escenario principal fue todo un acierto, ya que supieron canalizar positivamente todo el ambiente generado por Ride. Con un repertorio lleno de hits que hacen bailar y gritar a la mayoría del público con pasmosa facilidad, era fácil prever el éxito absoluto que la banda consiguió. Sin embargo, en lo que parecía un camino de rosas tras el espectacular inicio con los dos temas con mayor pegada de su nuevo disco, “Handsome” y “Dream Lover“, además de sus éxitos “Wreckin’ Bar (Ra Ra Ra)“, “All In White” y “Wetsuit“, el concierto sufrió un bache intermedio en el que el alocado Justin Hayward-Young se atrevió incluso con una versión acústica de “No Hope” que rebajo en exceso lo caldeados ánimos de sus fans. Habría que esperar a un final apoteósico con “I Always Knew“, “If You Wanna” y la espitosa “Nørgaard” para volver a disfrutar de su versión mas alocada, esa en la que banda se siente más cómoda y que convierte cualquier concierto en una fiesta global. La misma fiesta que apenas unos minutos más tarde iba a empezar con un retraso considerable en la carpa del escenario número 2. Ante unas primeras filas repletas de belgas y holandeses con estética más propia de jóvenes del extrarradio de Detroit, el colectivo A$AP Mob liderados por la ya estrella mundial A$AP Rocky, descargó sobre el escenario sus feroces rimas sin la ayuda de sus escenografía habitual, que debido a un problema logístico se quedó en Bélgica. Hay que reconocer que cuando suenan sus temas más antiguos como el clásico “Wild for he Night” o “Peso“, el show alcanza puntos memorables gracias a las 4 voces que se sincronizan a la perfección, pero cuando las nuevas canciones son las que toman el protagonismo, con bases carentes de sentido y rimas sobre temas banales, el concierto pierde toda su fuerza. Si a ello le sumamos un final cortado de manera abrupta sin ningún tipo de sentido, nos quedamos con la sensación de un espectáculo algo menor y decepcionante para el gran prestigio que arrastraba.
Si la noche anterior los encargados de cerrar eran una de las bandas puntales del Brit Pop como The Libertines, el sábado era el turno para uno de los padres del movimiento, el mancuniano Noel Gallagher, que acompañado por su banda High Flying Birds se dio un baño de masas pese a un concierto algo decepcionante. Buena culpa de ello la tiene el propio Noel, que opta por dar una importancia capital a los temas de Oasis que incluye en su repertorio, ninguneando de esta manera los temas de su proyecto en solitario. Así el público espera impaciente esos temas más conocidos como “Fade Away”, “Champagne Supernova” o “Digsy’s Dinner”, propiciando que el interés en buena parte del setlist sea nulo, como un mero relleno de una más que notable carrera fuera de la banda que le dio a conocer. Y eso resulta a todas luces incomprensible tras el espectacular arranque donde se encadenaron “Shoot a Hole Into the Sun”, “Everybody’s on the Run” y “Lock All the Doors”, pero excepto las canciones de Oasis comentadas, la mayoría del público optó por hablar largo y tendido con la música de fondo como si de una discoteca cualquiera se tratase. Sin embargo, pese a los vaivenes del show, el final solo puede catalogarse como apoteósico, debido en buena manera a la espectacular “The Masterplan”, a la que siguió “AKA… What a Life!” (Probablemente el tema más directo del primer disco de NGHFB) y que concluyó con un multitudinario karaoke de “Don’t lock back in Anger” para el disfrute del público congregado.